viernes, 22 de mayo de 2009

miércoles, 20 de mayo de 2009

a mi también me duele la viceversa



En tanto escribo sobre la partida de Mario, el bueno de Mario, plagio-comparto este texto de Gustavo Íñiguez (vidavueltas.blogspot.com

Adiós a Benedetti o viceversa
Y volvió siempre. Después de cada exilio, Montevideo. Así con su táctica y estrategia, el escritor uruguayo a sus 88 años, buscó como siempre la vida, para darse cuenta que se la habían escondido de una vez y para siempre (entiéndase de forma interrogativa). El abuelo de la poesía latinoamericana nos dice adiós y nos deja permaneciendo sus palabras. Y volveremos a soñar con cada verso, y esteremos alargando su existencia como si él siguiera ahí, en algún lugar del Uruguay, viendo por una ventana el mundo entero y escribiendo la más completa de sus obras.

Un mensaje de texto con la noticia, esas que vienen con cara de triste: Ha muerto Benedetti. Y creí que había que guardar un silencio profundo. Estoy convencido que lo último que debemos hacer cuando muere un poeta es guardar silencio, entonces comencé a repetir para nadie, los versos que venían a mi memoria. Pero la muerte nunca/ se impacienta / seguramente porque / sabe mejor que nadie / que los sobrevivientes / también mueren.

Recordé entonces una de esas ideas que saltan en los insomnios. Por qué salir de la vida en su forma más elemental: la muerte. Me di cuenta de que él había encontrado su táctica y estrategia para quedar triunfante, sobreviviendo en cada una de sus obras, donde cada vez que se abra un libro, se repita insospechadamente uno de sus versos, regresará del universo paralelo en el que ahora camina, para hablarnos suavemente, para contar historias y sus palabras seguirán fraguando amores en algún lugar, en cualquier parte permanecerá con voz de viento atando los nuevos corazones.

Adiós a Mario Benedetti, que merece que doblen todas las campanas, que merece la gloria de la tierra antes de que sepa si ha llegado al cielo, que se entere que aquí de cuando en cuando, las bocas repetirán su nombre, y no habrá exilio suficiente para que algún oído no escuche sus palabras. Hoy debemos decir que Benedetti se ha librado de la muerte, pues los diarios se llenan de noticias, diciendo que se ha ido el poeta, y es precisamente hoy que para mí es más claro, lo veo venir, llegar con todas sus cicatrices, con todos sus desvelos, con su total incorrupción, sus ganas de hombre y seguirá buscando a su mujer en lo oscuro.

Su muerte física nos regala el pretexto de elevar su propia oración, su padrenuestro latinoamericano:

no nos dejes caer en la tentación

de olvidar o vender este pasado

o arrendar una sola hectárea de su olvido

ahora que es la hora de saber quiénes somos.

Hasta pronto, aquí esperaremos a que vuelva como siempre del exilio. Montevideo debiera preparar no su adiós, su bienvenida.

Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia nació en Paso de los Toros en Uruguay un 14 de septiembre de 1920. Autor de más de 60 obras. Formó parte de la generación del 25, movimiento que revolucionara la literatura en su país y formó parte del boom latinoamericano de los 60.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La Metralleta diez



uno

Casi siempre resulta tan difícil que, despedirse, debería ser una carrera técnica. Recuerdo una canción que no puedo asegurar fuera de Las Jilguerillas, pero de su época sin duda, y dice así: “Cual de los dos amantes/ sufre más penas/ el que se va o el que se queda/ el que se queda se queda llorando/ y el que se va, se va suspirando”. Supongo además que, en el verso de César Vallejo –hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé- están incluidas no sé cuantas, pero sí una honda y sentida, una dolorosa despedida. La idea o creencia general es que sufre más (en una separación) el abandonado que el abandonador, pero para nuestros adentros sabemos que no siempre es así, que por más paliativo que el tiempo pudiera ser, por muchas canciones que digan que el tiempo todo lo cura, también es cierto que el tiempo todo locura.


dos

La semana pasada vencí la tentación de escribir sobre la influenza. Eran momentos de mayor incertidumbre que los actuales. Existía saturación de voces, emisarios del mal, infor y seudoinformadores, al margen de sus buenas o torcidas intenciones. Los pocos días transcurridos permiten ver las cosas, si no con una perspectiva de pent house, sí con la visión de una pequeña loma. Lamentable me parece el giro de las televisoras (las dos clásicas y hermanas gemelas) que, agotada la psicosis nacional, invitan a tomar represalias contra los países que a su ver se han mostrado xenófobos y discriminatorios con México. Es como incitar a matar matones. Recalcan por ejemplo la solidaridad de nuestro país con los argentinos que vinieron huyendo (de crisis económicas y políticas) y pretenden mostrarlos malagradecidos. Se les olvida que la crisis que en este momento vive México , amén de económica y política, es preponderantemente sanitaria. Las medidas que gobiernos extranjeros tomen para proteger a su población son tan válidas como las que ha tomado el nuestro. Y no hay que olvidar que China por ejemplo, además de poner en cuarentena a los mexicanos que han ido allá, también envió ayuda en metálico y en especie. Más congruencia no se les puede pedir. Jorge Castañeda, ex secretario de relaciones exteriores lo resumió en una frase: los países no tienen sentimientos, tienen intereses.


y tres…

¿ Por qué seguimos celebrando el 5 de mayo, cuando se ganó una batalla, pero no la guerra?. Celebrarlo es hacer apología del “ya merito”. Es como si celebráramos que México le iba ganando 1-0 a Argentina en el mundial de Korea-Japón, a pesar de que al final se perdió el partido. En cambio, hay que celebrar por todo lo alto este 10 de mayo a nuestras madres, las únicas capaces de vernos hermosos siempre; incluso en un ultrasonido a los 5 meses de embarazo.



¡tamarindo!

Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla. Todo cae por su propio peso, si no pregúntenle a Juan Gabriel. Se acaba la papa, se acaban los melones, se acaba la sandía, también el aguacate. ¿ y la cosecha de mujeres?. En tanto dura la contingencia sanitaria la Secretaría de Salud recomienda no hacer el amor puercamente. La semana pasada fui a Sonora y la encontré bella, sana, incomparable. Una amiga de Hermosillo me dijo que padece un efecto secundario de la influenza. A causa de los días encerrada en casa por la contingencia, se ha vuelto refridependiente. También estuve en Tuxtla Gutiérrez, tierra del Poeta con mayúscula, Jaime Sabines. Muchas bardas grafitedas con sus versos. Salud por eso.

Si le interesa seguir leyendo esta columna, búsquela en la-metralleta.blogspot.com

Esta metralleta se autodestruirá en nueve...ocho…7…3…dos, …. ¡boooom!.

martes, 5 de mayo de 2009

12 meses sin intereses



a Los Irresponsables

Porque tiene a Chita dijiste, y te soltaste riendo como loca, como drogada. Debí decirte que no entraras, que en ese momento lo que menos me importaba era saber por qué Tarzán no necesitaba un cuchillo, que regresaras otro día, que no estaba el horno para bollos y que, al contrario del eslogan de tu prendedor, yo no me sentía magnífico ni me interesaba saber cómo. Que me dejaras seguir leyendo los económicos, que ya tenía suficiente con la invasión del espacio aéreo por parte del vecino con sus discos pirata de pasito duranguense y el dj bucanero y la matraca traca traca, la matraca traca ta, y, por si fuera poco, el camión de zeta zeta zeta gas.

Debí decirlo, pero no lo hice. Te dejé seguir con la demostración de polvos, pomadas y cuanta cosa traías en tu negro maletín. Dijiste que te sentías rebosante de energía, que antes te cansabas con el menor esfuerzo y que ahora que tomabas los productos eras capaz de caminar desde Empalme hasta Hermosillo sin escalas, ganar un concurso de cha cha cha y descargar un trailer de sandías en la central de abastos. Que por qué no me inscribía, que ser socio me traería increíbles beneficios, que el producto me saldría a precio de distribuidor y que la cuñada del primo de tu vecina (que fue la que te inscribió) acababa de regresar de Las Vegas de la convención de líderes triunfadores sin fronteras, y que el año pasado fue a Monterrey, y conoció a gente de todo el mundo y se tomó fotos con Alex Dey , le autografió un libro bien bonito y en la conferencia les dijo que no fueran negativos, que todo estaba en la mentalidad y que no le hicieran caso a las gallinas que tiene alas pero no saben volar, que fueran como las águilas, o como el sapito sordo que llegó a la cima porque no escuchó a los que le decían te vas a caer. En resumidas cuentas, que la gente era bien quién sabe cómo.

Entraste pero no supiste a donde. No necesitaba nada de lo que vendías. Más bien no necesitaba nada; sólo dejé que se juntara el hambre con las ganas de comer. Llegaste a venderme polvos y no te diste cuenta, pero por dentro me estaba carcajeando. Me reía porque llegaste cuando se estaba cumpliendo un año de mi lucha a muerte contra el pinche polvo que no sabes de donde sale pero no se acaba. Desde que ella se fue no hacía otra cosa. Me corrieron de la morgue y busqué otro trabajo, pero ni de seguridad privada encontré. Me refugié en la campaña de limpieza doméstica más frenética, permanente y obsesiva que se haya emprendido jamás. Hubo un tiempo en el que gastaba la mitad de mi sueldo en fabuloso, maestro limpio, esponjas y aromatizantes. Ya después gastaba menos, porque encontré un expendio de productos a granel.

También te dejé entrar, debo admitirlo, porque eras guapa y venías sola; no como las testigas de Jehová que ni lo uno ni lo otro. Pinches testigas. No pude evitarlo; quería seguir viendo la cadenita de oro que traías. Me gustó cómo se perdía la virgencita en la comisura de tus pechos; lo ajustado del pantalón braxton que alguna vez fue azul.

¿Le vas a las chivas?, preguntaste, como si no hubieras visto los posters colgados y la foto que me autografió el Bofo Bautista. Hiciste que me acordara de la vez que me agarró la lluvia en el periférico. Me refugié debajo de un puente peatonal y prendí un cigarro. Luego llegó un tipo y de los 50 metros cuadrados que había disponibles viene y se planta junto a mi, y me dice: ¿ta lloviendo rete recio edá?