sábado, 25 de abril de 2009

La Metralleta judicial



En este país matar sale muy barato. Esta frase, dicha por una víctima de los atentados en el metro de Madrid en 2004 (11-M), es válida perfecta y actualmente en México. Matar sale muy barato.

La frase, además de ser cierta, tiene contundencia y sonoridad, por lo cual, queda en el aire para quien la quiera trabajar con intenciones literarias, cinematográficas, etcétera.

Ya casi se cumple un mes del lamentable suceso donde madre e hija perdieron la vida atropelladas por José Guadalupe Rodríguez Solís (PPM). Y esperando equivocarme, creo que conforme transcurra el tiempo se irá diluyendo la posibilidad de que a dicho personaje se le finque responsabilidad.

Por naturaleza y pusilanimidad, todo deudor siente que aunque no pague, pasados unos días su deuda queda cancelada y ay de aquel acreedor que se atreva a reclamar su derecho. A estas fechas es muy probable que, para su fuero interno, PPM no sólo no se sienta culpable, sino que esté pensando reclamar los daños causados a su carro por las víctimas. Una persona que no tiene, ya no digamos respeto, alguien que no tiene la más flaca idea del valor de la vida ajena, seguramente dará más valor a sus “padecimientos” y propiedades que a nada. “Chale, que gacho quedó el Cadillac, todo abollado, y el faro roto sale rete caro, y no es fácil de conseguir. A ver si hay chance de que me lo compren en el H. y lo hagan pasar por una lámpara del alumbrado público”.

Haciendo un poco de memoria (historia sería mucho decir cuando lo que sigue ocurrió en esta administración), cuando se escapó de Las Juntas quien asesinó a un turista ( cerca del San Javier, por robarle una cámara), muchos pensamos que el alcalde había sido víctima de la traición y/o incompetencia de los encargados de la seguridad pública. Personalmente le di mi voto de confianza. Volviendo al presente, y en vista de lo visto, habrá que ver lo que viene.

Al ser jefes del poder ejecutivo, los alcaldes son más visibles y conocidos que otros funcionarios, por ejemplo, los del poder judicial. Se sabe que en México no existe una verdadera división de poderes. Digo esto porque aunque Javier Bravo pudiera haber dado pie a los señalamientos que se le hacen, el asunto está tomando tintes y rumbos extraños y, no se percibe la acción de quienes están obligados a actuar. Bravo se está llevando las críticas por toneladas y, parece por momentos olvidarse que el protagonista de este pandemonium se llama José Guadalupe Rodríguez Solís; tanto ruido distrae y el malestar social, merecido o no, está golpeando más al alcalde que al autor material (homicida imprudencial o lo que la autoridad determine) y a las autoridades judiciales.

Ese es el precio, supongo, de encabezar una administración y ser tan conocido como Valentin Elizalde. En estos momentos estoy mucho más inconforme y desconfiado con la actuación del Poder Judicial que del ejecutivo, pero francamente no sé quien lo encabece en Vallarta o que nombre poner para sustituir el del alcalde. O no sé si esto obedece a reglas no escritas de la política turbia donde uno pone la cara y campea el temporal, y otro hace como que investiga, como que no me acuerdo, “como me duele que te saquen a bailar, que te empiecen a apretaaaaar”.

¿De dónde van a salir buenas autoridades si el tejido social- algo así como las fuerzas básicas- se está destejiendo?. Un síntoma de esto es el absoluto y sepulcral silencio que ha guardado, a mi ver, el otro diario local que además de Tribuna merece ser leído. Tal mutismo no puede ser casual y alguien está pagando por él. Y ese alguien somos todos; todos estamos pagando con dinero y en especie. Con metálico porque no creo que nadie pague de su bolsa lo que pueda tomar de la bolsa pública. Y en especie, porque cuando se guardan silencios cómplices, todos, absolutamente todos, perdemos algo de libertad.

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